DIVERSOS
17. TERTULIA
POÉTICA DEL CAFÉ LICEO GUADALAJARA junio 2014
Buscábamos la parejita. Y por fin nos ha llegado. A lo Pepe Hierro con su fiera mirada de
cántabro a las dulces hierbas. Son sus ocurrencias las que van aderezando
nuestras soledades de alcarreños, supervivientes en un mar de tapial y adobe.
Lejos del indómito Cantábrico y de su Isla de los Ratones. Allí donde Hierro se
inició como naufrago del verso.
Multiplicamos
nuestras aportaciones poéticas en la Tertulia y así nos nacen los retoños:
gorditos y con los culitos bañados del talco laminar que exudan las estrofas.
Entre
todos lo estamos consiguiendo.
DANIEL VÁZQUEZ
A un castillo desolado
Frente
a ti, esqueleto de las Edades
atormentado
por los fieros ecos
que
ante el paso del Tiempo y sus secuaces
perduran
con arrogancia inmutable,
desafiantes
hacia el mortal miedo.
Con
el aullido del viento y los lobos
voló
muy lejos tu esplendor de antaño;
en
el yermo olvido se hallan tus logros
junto
a tu fantasmal porte ruinoso
incluso
por el gran sol desdeñado.
Permite
que las brisas acaricien
por
última vez tus inertes rocas,
mas
aquí mi alma de ti se despide
con
profundo pesar, pues pereciste
para unirte al linaje de las sombras
Ruinas
del Castillo de Cogolludo destruido por el padre de Víctor Hugo, el general
Hugo para que no pudiera ser refugio del Empecinado.
AMPARO
NAVARRO
Mi país
Mi
destino tu cuerpo,
tu
boca mi hotel,
tu
aliento mi desayuno y cena.
Son
tus ojos Las Canarias
y
tus manos, caudalosas como
el
Magdalena.
Piernas
como el Tajo…
por
columna, el Barranco de la Hoz.
Tu
espalda el Mediterráneo,
Madrid
si te veo venir.
Mis
besos son la brújula
del
súbdito que soy de tu piel.
Mi
nacionalidad es tu corazón
y
mi bandera, tu interior.
Tengo
dónde ir de viaje por tu anatomía
donde
no necesito ni visa ni pasaporte.
El
cónsul del Paraíso ya me dio
permiso
para entrar en ti.
GRACIA
IGLESIAS
Los pájaros están
alborotados,
escucho
en la ventana
su
bienvenida al día.
Es
como si naciera
del
fondo de mi pecho
y
en mi interior
se
forma un remolino
de
plumas apremiantes.
VICENTE
MORATILLA (Leyendo
a Juan Pérez Zúñiga)
Soneto
Como el fasgo sendal de la
pandurga
remurmucia
la pínola plateca,
así el chungo del gran Perrontoreca
con su garcha cuesquina s’apreturga.
Diquilón el sinfurcio flamenurga,
con carrucios de ardor en la testeca;
y en limpornia simpla y con merleca,
se amacoplan Segrís y Trampalurga.
La chalema, ni encurde, ni arropija;
la redopsia, ni enfucha, ni escoriaza;
y enchimplando en sus trepas la escondrija,
con casconia ventral que encalambrija,
dice a la escartibuncia mermelaza:
¡Qué inocentividad tan concunija!
así el chungo del gran Perrontoreca
con su garcha cuesquina s’apreturga.
Diquilón el sinfurcio flamenurga,
con carrucios de ardor en la testeca;
y en limpornia simpla y con merleca,
se amacoplan Segrís y Trampalurga.
La chalema, ni encurde, ni arropija;
la redopsia, ni enfucha, ni escoriaza;
y enchimplando en sus trepas la escondrija,
con casconia ventral que encalambrija,
dice a la escartibuncia mermelaza:
¡Qué inocentividad tan concunija!
ALBERTO
GARZÍA (Este autor usa un especial
tratamiento de la c y la z. Así es)
Vivir
a sombra alzada
por
sorpresa
con
humildad
y
claridad.
Espazio
libre
para
el viento intenso.
Se
respira salvación
con
conocimiento conmovido
y
honda entraña.
Silenzios
ziertos
que
serenan el alma.
.
PAULINO
APARICIO
Mar lejos
Igual
que después antes,
siempre
y nunca
en
la misma palmada.
Te
escucho. Me suenas
con
un aire de manos. Hay
un
olor a horizonte,
la
letra de un relato,
lo
que pego con la saliva de mirarte:
fantaseado,
sucesivo,
porfiando
el ataque que se enfría
en
el futuro
de
no tener futuro.
Te
veo mejor aquí, mar,
el
más inaplicable de los sitios:
páramo
y espiga
en
la sed amarilla de la tierra;
aquí,
cuando la noche
hace
remoto todo
y
huele a plantas,
y
los perros escarban su cinturón
he
sentido, el forcejeo
de
un límite acuñado y,
quién sabe si rompible.
JAVIER DELGADO
Pudiera
salir de mí
por
dar una larga vuelta
entre
rosales de acuarela,
rumor
de niños,
risas
en un parque,
luz.
Podría,
una
noche plateada,
sentir
soles en mi piel,
aromas
de brisa cálida
y
jazmines bajo álamos.
Pudiera
ser,
un
verano de brillos
en
el centro gris de mi silencio,
donde
el hueso queda.
Podría
incluso, morir a veces
un
alba de tejados sin ciudad.
Y
estar bien.
Más
sólo soy viajero de interiores.
Adiós,
días de mayo
casi reales, efímeros mayos.
JORGE
MATO
Algunas veces
Algunas
veces amo
Esa
enorme mentira que es vivir.
Y
amo
Esa
inmensa falacia de los sueños.
Nos
lo dijo Lear King
En
voz de Pepe Hierro
“Di
que me amas,
Di
-te amo-, Cordelia,
Aunque
me mientas”
Solo
existe un problema,
Que
yo no spy Lear King
Ni
tu eres Cordelia.
ALBERTO
VALERO
Un banco al sol
Junto
al puerto sobre un banco cercano
reposan,
frente al levante.
Llegó
gente tranquila que besan y gozan
la
caricia sutil que otorga el sol,
la
brisa tenue alivia la mañana
del
temple intenso y el fuerte calor.
Pieles
que agradecen tornarse en bronce,
fuerza
de acero para el corazón.
El
tono ilusorio en piel falseada
Del
que fue esclavo por ese color.
Al
ser moda y gusto el lucir moreno
Negando
el rastro de cualquier dolor.
Tras
el paseo ganado al descanso,
Tras
dura vida la relajación,
Dando
al olvido los viejos pesares
Dar
al trabajo la jubilación,
Que
es este punto que mejor se goza
Brazos abiertos mirando hacia el Sol.
JOSÉ
LUIS GÓMEZ RECIO
Algunas veces la
frontera entre lo tradicionalmente poético, y las incursiones de los bárbaros
que exploran fuera del tiesto, no queda clara. Esta es una mínima muestra de lo
conceptual y visual. Perdonadle, porque no sabe muy bien por qué lo hace.
Nota. Por un problema de
comunicación interna no nos ha sido posible incluir el poema que leyó en la
Tertulia Carlos Bernal. Intentaremos su inclusión en el próximo número, emplazados estamos.
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