domingo, 16 de noviembre de 2014

DIVERSOS 41

DIVERSOS
   41. TERTULIA POÉTICA  GUADALAJARA noviembre  2014



La mancha y sus poetas. Gente franca, abierta como sus campos. Craquelados de arcilla y agua. Pudimos comprobar el talante de uno de los más grandes autores manchegos del momento: Francisco Caro, que nos inundó de sentido común en su visita al Taller de Poesía Fernando Borlán, en el Palacio de Dávalos. Su intervención giró sobre los poemas de su más reciente libro Cuerpo, Casa partida. Premio Leonor 2013 de la Diputación provincial de Soria, libro que dedicó sentidamente a Eladio Cabañero. Gracias a Francisco Caro pudimos acercarnos a entender el tremendo valor de los silencios. La pausa de los huecos. Su forma de leer y la trasparencia de sus razonamientos nos llegaron profundamente. Gracias amigo. JLGR.


FRANCISCO CARO (Piedrabuena, Ciudad Real, 1947. Poeta de vocación tardía y profesor de historia)


La luz izquierda de mi casa
La parte izquierda de mi casa,
de mi nombre la parte izquierda,
sorprendida en sus juegos
con las ingles del barro,
dejó apresar su luz en los cimientos.

Después la arcilla,
cruelmente minuciosa,
sobre la oculta e inesperada cárcel,
reticular se levantó en los muros.

Y nacieron
de la pausa los huecos,
la puerta de los nombres, el milagro
del balcón y la brisa.

Alados albañiles tejarían
luego la casa
por resguardar los actos, los poemas,
del alga de la noche, de grises claridades,
de las imperfecciones o la lluvia,
y pintarían
de romero o cansancios amarillos
encendidos tabiques,
dudas y corredores,
la arquitectura toda de mi voz
mientras ella callaba,
mientras los dos sabíamos.

Hoy septiembre,
que escribo recordando
su cautiverio, sé
que en tanto el día se resuelve vive
su dolor en la celda más profunda,
y que canta
conmigo cuando llega
el pulmón de las sombras.


Libros publicados
Salvo de ti (Premio de la Asociación de Escritores de Castilla La Mancha), Ediciones Vitruvio, Madrid 2006.Mientras la luz (Ciudad Real 2007) Biblioteca de Autores Manchegos, Ciudad Real, 2007.Las sílabas de noche (Premio Juan Alcaide 2007) Ediciones "Amigos de Juan Alcaide" Valdepeñas, 2008. Lecciones de cosas (Premio ciudad de Zaragoza 2008) Calygrafías (Premio Ateneo Jovellanos, Gijón 2008) Colección Ateneo Jovellanos, Gijón 2009 Desnudo de Pronombre (2009) Accésit premio Tomás Morales 2008. Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas 2009 Cuaderno de Boccaccio (Premio Ciudad de Alcalá 2009) Alcalá Poesía, Alcalá de Henares, 2010. Paisaje (en tercera persona) (Premio José Hierro 2010) Colección Literaria Universidad Popular, San Sebastián de los Reyes, 2010.Cuerpo, Casa partida Premio Leonor 2013 Diputación provincial de Soria.

Premios recibidos
Premio de la Asociación de Escritores de Castilla La Mancha 2004. Juan Alcaide 2007. Ateneo Jovellanos de poesía 2008. Ciudad de Alcalá 2009 XXI Premio Nacional de Poesía José Hierro 2010.Leonor 2013 Diputación de Soria.



JOSÉ LUIS GÓMEZ RECIO
Un día regresé al pueblo castellano
que me vio jugar y partir. 
Ya no eran sus fronteras estables.
Todo ya era movedizo y distinto.
Las calles de casas sin rejas ni balcón.
Las mujeres que amé, restauradas y ensanchadas.
Los amigos sin el tirachinas viril
asesinado por el móvil cobarde.

Las habitaciones gigantes ahora tabucos mínimos.

Ya no hay árboles donde antes vivían
y jugaban al columpio los niños de tartera
¿emigraron o fueron ajusticiados
acusados de dar sombra?

Las esquilas del rebaño, a freír puñetas.
Los trillos de pedernales, al hacha.
Los cántaros, botijos y aguamaniles, al desván.
La franklin de la escuela, al orín del chatarrero.

Cómo me gusta regresar a las salpicaduras
del agua con jabón.
Dios salve a Castilla y de paso a mí que vine
a eyacular juventud y salí confundido



ELADIO CABAÑERO (Tomelloso, Ciudad Real, 6 diciembre 1930 - Madrid, 22 julio  2000)

Eladio Cabañero, dibujo de Jesús Muñoz y grabado de Dimitri.


El encuentro

A cántaros se han hecho los mares para un niño;
con los besos no dados, el amor verdadero.
Hoy sé que por ti he sido capaz, Marisa Sabia,
de levantar a pulso, espuerta a espuerta,
un cerro o una torre,
un chorro de silencio incontenible
hasta subir al infinito y verte.

Te he visto hacia el amor, la fe y la dicha.
Y encontrarte, Marisa, el sólo verte,
ha sido el pan y el premio que ya no me esperaba
después de tantos años de amor falso,
sueño a crédito y ruina.
En la vivida feria tengo visto
brazos, piernas, caderas, pechos y ojos
más chicos y mayores que los tuyos. ¿Qué importa?
Acaso tan difíciles, otros más cariñosos.
Algunos -¿cuáles de ellos?- he logrado tenerlos,
muy fácil: por dinero o por dolor.
Tú me has costado más que todo junto,
que hasta ti he consumido los días de mi vida,
mi obrero corazón, las dioptrías restantes.

Cuento en versos las horas desde que te conozco,
y hoy, al pensar en ti, pregunto: ¿cómo eres?
Hablo sin hacer ruido: ¿dónde estabas?
O estás un poco enferma, o tienes un examen, o te callas, o fumas
viendo tendida el río del tiempo consumirse.
Yo sigo todo un curso de fe. Tú miras, piensas;
te marchas a tu pueblo; vuelves, dices
con tu voz que se escucha venir convaleciente,
con tu raza y tu línea de judía castellana,
igual que los frutales apuntando,
las estatuas más bellas
y el color sefardí de tu garganta hermosa.

Para poder quererte y no morirme
creí en sueños, atrás, hacia adelante,
tomé oficios hermosos. ¿Cuánto hace
que aré por ti y segué, corté racimos de uva,
teché tu cuarto entonces, abrí balconerías
directamente dando a la luz de tus ojos?
Desde que el mundo fue corazonándome,
filmé a oscuras los versos que esta noche te escribo;
para poder quererte como ahora,
tomé trenes en marcha cada día;
viví por ti, gané el jornal exacto
para el café y los libros... Vuelvo a entonces:
según qué horaje hiciera, percanzaba
lumbre, lluvia o sandías,
luz candeal y agua para estar contigo.
No te extrañe esta historia:
otros que en nuestra sombra se han amado
y que quizás murieron por nosotros,
saben que esto es verdad.

Marisa, escucha, dime:
después de conocernos esta tarde,
¿no es hermoso y terrible que la muerte
alcance a destruirnos
y trasladarnos puros y borrarnos?
Mientras tanto, Marisa Castellana,
sóplame entre los ojos,
que te puedan ver más. Haz que te mire,
alcance a ver tu corazón, recuerde
y sea todo distinto.
Guizca fuerte en mi alma
y deja que te bese los labios y me muera
al tener que dejarte, ir al trabajo,
a las calles, al Metro, a las tabernas,
a las tertulias del café..., a la vida
que me espera después de conocerte.


Su padre, fotógrafo y maestro, que había sido militante socialista y presidente de la Casa del Pueblo, fue fusilado tras la guerra civil, en 1940. De formación enteramente autodidacta, durante su niñez y primera juventud se dedicó a trabajar en el campo y a la albañilería, primero como aprendiz y luego como oficial. Se trasladó a Madrid en 1956 y estuvo empleado en la Biblioteca Nacional durante 12 años. Fue redactor jefe de La Estafeta Literaria y de la revista Nueva Estafeta hasta su desaparición. En 1963, fue incluido en la antología Poesía Última de Francisco Ribes, donde también aparecen poemas de Claudio Rodríguez, Ángel González, José Ángel Valente y Carlos Sahagún, autores que conforman el grupo poético madrileño que se dio a conocer en la década de 1950-1960, al que los críticos bautizaron con el nombre de generación de los 50.  Entre los premios obtenidos por Cabañero se encuentran el Juventud, por su poema 'El pan', un accésit al Premio Adonais,  el Premio Nacional de Literatura y el Premio de la Crítica. Pocos como Eladio Cabañero han sabido captar la árida dulzura de las tierras manchegas. Su obra canta con ternura el paisaje y las gentes de su Tomelloso natal con un emocionado lirismo, al tiempo que desarrolla otros temas constantes de su lírica como el amor, la soledad, el desvalimiento, la queja ante la injusticia.


VICENTE MORATILLA


Hay días

Hay días, tú ya lo sabes,
que despiertas en medio de un desierto
erizado de cardos y
malezas
y sientes la piel seca y
arrugada,
y el sol impertinente,
acentúa la tristeza
y sientes un vacio
irreversible
que no es nuevo
y que otra vez, como un
latido
asoma escondido
entre la sombra.




ALBERTO VALERO
La encina de entonces

Hay una encina ancha sobre el cirate,
en el lugar donde quedó su cuna.
Embisten los surcos contra el arado.
Piden perdón al cielo las alondras.

Y las piedras lloran cuando las hacen libres.
Golpean guijarros, canto a canto.
Un rincón de sombra le da cobijo,
merecedora del hombre y su fatiga.

Guarda alcazarra fresca y agua clara
del manantial rocoso,
hato anudado, pan con tocino,
una hogaza en el mimbre.

A tajos de navaja mata el hambre
del trabajo sudado al sol plomizo.
La hierba se hace mullida almohada,
y el tiempo se detiene en otro tiempo.


PAULINO APARICIO

La ribera

Pisé la calderilla del invierno.
Era como una piel de telas que se helaron
como el sonar azul de una guitarra
apretando clavijas.
Verde sonaba este pasar.
Olía
a ojos de peces cuando llaman descalzos por un sartal de trocos
con el gris más tranquilo de todos los estanques.

Por el musgo
esqueletos de pájaros mojaban
una tranquila madera donde el tiempo
iba cosiendo sus ojos asustados
de ser ceniza y enterrar zapatos.

¡Está tan frio todo de lo que no nos mira!




GUILLAUME APOLLINAIRE (Roma 26 agosto 1880 – Paris 9 noviembre 1918. Poeta propuesto por Manuel Sanz)


Apollinaire herido en la Primera Guerra Mundial
                                                   
                                                   El adiós

                                                      He recogido esta brizna de brezo
el otoño está muerto, acuérdate
no volveremos a vernos sobre la tierra
aroma del tiempo. Brizna de brezo.
y recuerda que yo te espero.


                                                   SARYUU (Haiku propuesto por Manuel Sanz)

¡No usa pinceles
Para pintar un cuadro
Del viento el sauce!


JORGE MATO (A Laurentino Martí)

Acuarela

Sin violar el blanco.

Acariciando sólo
con un suave malva
sus pechos de doncella.

Mano tibia,
firmeza del pincel.
Hacer que surja de la nada,
todo.

Como si de la niebla
apareciese un niño.
en su boca una breve,
cristalina canción.

Así ha nacido
la luz de un mar azul
y la tarde tranquila
de un día de descanso
en la dura tarea de la pesca.


Arriba, Laurentino Martí pintando. Debajo una de sus acuarelas.
ARTURO MARTÍNEZ (Novísimo en la Tertulia. Traductor de Catulo)

Catulo 50

Ayer, Licinio, pues que andábamos ociosos,
largo rato pasamos jugando en mis tablillas,
con elegancia, como estaba decidido:
Escribiendo versitos, cada uno de nosotros
jugaba con un metro ahora, entonces otro,
y los intercambiábamos entre bromas y vino.
Y de allí salí por tus encantos y gracias,
Licinio, tan eufórico que ni comer podía,
¡desdichado de mí! ni el sueño con su calma
cerraba mis ojitos, si no que daba vueltas,
de locura, por todo el lecho, irrefrenable,
deseando que llegara por fin la luz del día
para poder hablar contigo y estar juntos.
Pero cuando yacían en la cama mis miembros
agotados y medio muertos por el cansancio,
escribí para ti, mi amigo, este poema,
para que con él puedas conocer mi dolor.
Ahora ten cuidado de no ser atrevido,
te lo ruego, y mis súplicas no desprecies, no sea,
ojito mío, que te exija un castigo
la feroz diosa Némesis: Guárdate de ofenderla.



Gayo Valerio Catulo, (en latín Gaius Valerius Catullus; Verona, actual Italia, h. 87 a. C. – Roma, h. 57 a. C)


La proverbial traición que perpetra el traductor al adaptar el contenido de versos en otra lengua a la suya sólo es comparable a la pretensión de conservar también el metro. Hay notables excepciones, como la Divina Comedia traducida por Ángel Crespo, pero ¡cuánto más difícil resulta esta porfía con las lenguas clásicas! Y es que el latín y el griego fueron lenguas que por mucho tiempo basaron la métrica de su poesía culta en la oposición de sílabas largas y sílabas breves (acento tonal), una característica de la que, en cierto punto difícil de determinar de nuestra era, se pierde noción, a favor del acento intensivo que es propio del castellano y de la mayoría de lenguas modernas. Así, estos endecasílabos del romano Catulo (siglo I a.C), que presentamos aquí traducidos como alejandrinos (fue menester usar un metro más largo porque el latín clásico, como el inglés, contiene respecto al español más información por cantidad de palabras y sílabas), en lugar de basar su ritmo en la rima y la acentuación de las tónicas, lo basaban en la longitud de las vocales. Así, un endecasílabo castellano, como puede ser "Miré los MÚros de la PÁtria MÍa" tiene una estructura de sílabas tónicas marcada, mientras que uno latino, como el presente "Hēstērnō, Lĭcĭnī, dĭ(e) ōtĭōsī" ("Ayer, Licinio, ociosos"), posee una disposición regular de vocales largas (como ē) y vocales breves (como ĭ), propias del acento tonal. Perdida en nuestra lengua la posibilidad de esta peculiar métrica, nos vemos obligados a sustituir las sílabas largas por tónicas (por ejemplo, el famoso hexámetro dactílico de Darío "Ínclitas razas ubérrimas, sangre de Hispania fecunda", o el pentámetro yámbico de Shakespeare), a optar por el empleo de nuestros versos cultos de tradición renacentista, o verso libre y a tomar por culo. Por hoy, me quedo con la segunda.


CARLOS BERNAL

Olivo.
Árbol sin fecha de nacimiento

Olivo, árbol sin fecha de nacimiento,
olivos que en tierras castellanas se pierden
ante tanto horizonte abierto.

Olivos. fuertes, contemplando su copa
desde la sombra que proyecta.

Sus brazos robustos tiemblan,
ante el aumento de su fruto
sin necesidad de vareo.

Olivares que su frondosidad intimidan,
sombras, umbrías
olivares de mis sueños
luchando contra el viento.

Olivo sin fecha de nacimiento

Óleo. Autor desconocido
JAVIER DELGADO


Despedida

Sea este instante,
esta mañana tan de azul
o quizá una tarde en oro vieja.

Mas nunca la noche, nunca, o no lo sabré.

Si,
deshago el equipaje,
el viaje deshago
entero, por doquier disperso
de dobleces el pañuelo.

Después la sombra,
la memoria sin piedad,
aún
única amenaza, huye su cercanía.

El despacioso andar al filo
el vacío
ir y venir centrando el dolor
la espalda helada, el peor hollín.

No puedo pesar el aire,
respirar lentas casas, el horizonte,
o carros
la arquitectura, un abandono de siglos.

No habrá tensión en las amarras,
de no haber ni olas y brisa
apenas
el silencio de las ramas rojas.

Improbable
una despedida
de las cumbres.

Entonces solamente, si,
dejadme la querencia 
y en la mano abierta
dadme el nunca.





DOS POETAS MANCHEGOS. Entre otros muchos que el terruño hizo nacer para que los aprendices al verbo podamos adorar y aprender humildes.
Nunca olvidemos que esta tierra nuestra y la de Madrid, cuando era villa manchegona, dieron al Arcipreste de Hita, al Marqués de Santillana, al Infante Juan Manuel. Cervantes, Quevedo, Lope de Vega… Suma y sigue. Dios mío.
Sintámonos manchegos y poetas preñados.



SAGRARIO TORRES Valdepeñas 8 marzo 1922 – 5 marzo 2006.



Se me nota el amor

Se me nota el amor, como los senos.
Como el vientre redondo a la gestante
y al pálido por dentro la punzante
enfermedad. Como alza sus serenos
perfiles la alta torre de ansia llenos,
se me nota el amor. Como el constante
arrojo y miedo van por el semblante
del soldado que lucha, así de plenos
vibran de amor mis senos. Se me nota,
como el poro a la tierra, el dilatado
azul, sin fin, del mar; la pluma al ave
y el retoño que por la planta brota.
En este pecho mío enamorado,
nada que no sea amor, nada le cabe.


ÁNGEL CRESPO  Ciudad Real 18 julio 1926 – Barcelona 12 diciembre 1995 Premio de los Lectores y Libreros Italianos, por la traducción de la Divina Commedia de Dante, 1979




Siesta en la Mancha

Sobre el polvo, en las ramas secas,
canta hacia dentro un pájaro
-ave sin nombre, y tan frecuente,
a la que nunca he visto-;

canta contra las piedras abrasadas
y contra el aire quieto,
y su canto la envuelve en una sombra
única, al mediodía;

sus notas son cual hojas que flotasen
en dos distintas aguas:
la que bajo la tierra está temblando
y la que se hace charcos en la acequia.

Callan, para escucharle, las esquilas
de la siesta, y el vuelo
sombrío de la abeja;
y sobre el mundo que atardece muerto
el silencio se encoge.

Hay un lagarto encima de la teja
y un escorpión debajo,
y las perdices, entre el pasto seco,
se hunden en el vacío;
hay soledad y miedo en las retamas
que la araña acordela,
y una respiración que va cesando
mientras el canto dura.



Horizonte hasta el infinito, tierra fuerte y cielo abierto. Estas son nuestras señas de identidad. Buenas para soñar. Buenas para escribir. Cerramos una semana muy activa y plena de buen hacer. Dos personajes  interesantes, prescriptores de cultura para nosotros, acuarelistas y poetas. Nos referimos a Laurentino Martí y Francisco Caro. Gracias maestros.






Como siempre agradecidos a quienes hacen posible nuestra publicación:
Dublin House junto  a Aache Ediciones, Laura Domínguez y el Casino Principal nos ayudan para hacer realidad nuestro sueño de hacer poesía. Gracias a todos, de corazón. Tampoco nos olvidemos de nuestros amigos que colaboran con aportación y por supuesto a los miembros de la Tertulia que mes a mes abonan sus cuotas y pagan sus copas.


Para todos los que queráis números atrasados de nuestro fanzine, DISCOPI Cuesta del Matadero, 17 en Guadalajara.
Nuestro blog  es di-versos-guada.blogspot.com
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