miércoles, 9 de diciembre de 2015

DIVERSOS 99

DIVERSOS
99. SEMANARIO DE LA TERTULIA POÉTICA GUADALAJARA
diciembre de 2015




Nadie daba un euro por nosotros
¿Un semanario  de poesía en Guadalajara…?
Imposible. Bueno, pues hemos llegado casi al número cien. Pensamos que no hay nada que no podamos hacer en nuestra ciudad.
Con poner un poco de esfuerzo, se consiguen los más insospechados resultados. Pasan muchas cosas interesantes en nuestras calles.  Queremos animar a todos los que os han llamado locos a salir a galope tendido gritando que estáis aquí trabajando y pensando duro, ayudando a cambiar la cara de la ciudad. A hacer más felices a sus habitantes
¡Ánimo, el mundo es vuestro! JL Gómez Recio

PAULINO APARICIO

Borriquito blanco 
Para Alejandro Aparicio Roig


Borriquillo blanco,
lento de las eras,
entibia el pesebre
que hoy es Nochebuena.

Que hoy es Nochebuena,
estrella encendida,
carne de los cielos
en luz de María.

De harina es el Niño
de la aceña fría:
juncos con el hielo
de la amanecida.

De orilla en espejo
San José dormita,
le huelen las manos
a tierra bendita.

Borriquillo blanco,
lento de las eras,
entibia el pesebre
que hoy es Nochebuena.

Por serrín y corcho
con brillo y regalos
vienen al portal
los tres Reyes Magos.

Qué lento es el cielo
de músicas claras,
vuelos que amanecen
las fuentes del alba.

Despertad pastores
pobreza del chozo,
la estrella está henchida
de esperanza y gozo.

El pez, la higuera, el río,
la ventana, las pajas,
el portal, los pastores,
la estrella, las naranjas,

todo el valle que tiñe
bancales con el cielo
donde la lavandera
tiende sobre el romero.

Borriquillo blanco,
lento de las eras,
entibia el pesebre
que hoy es Nochebuena

LUIS PÉREZ
Soneto

Más temprano que tarde habrá castigo
para quienes se pasen de la raya,
pues cuando en el sistema todo falla
por todas partes surge el enemigo.

Yo sin pudor con mis sonetos sigo
descuartizando a todo aquel canalla,
que lanzando sus bombas va y se calla
portando sable y mosquetón consigo.

Pues siendo los momentos peliagudos
hoy hemos de saber por descontado
que la violencia engendra violencia,

y porque siendo todos tan tozudos
no debe el mundo más civilizado
negociar con las armas a conciencia.



VICENTE MORATILLA

Hoy he vuelto a visitar la librería de mi amigo Alastair en Lloreda de Cayón. Es un placer dejarse sorprender por entre miles de libros antiguos, él me deja que los toque y abra con toda libertad, hay verdaderos tesoros escondidos entre sus atestados anaqueles, en esas estaba cuando me ha llamado para  enseñarme un cuaderno de firmas que ahora está investigando, perteneció a la escritora Concha Espina, en el cuaderno, que va abriendo con parsimonia,  hay numerosos dibujos, dedicatorias, pequeñas partituras musicales, todas firmadas por  personalidades como el pintor Alcalá Galiano, Albert Einstein, Ernesto Halffter o el mismo rey Alfonso XIII. Entre otras muchas maravillosas curiosidades, está el poema manuscrito de León Felipe que generosamente me ha permitido fotografiar y publicar en DIVERSOS.
Muchas gracias


Con todo mi agradecimiento a:
Alastair Carmichael Librería Anticuaria
Lloreda de Cayón (Cantabria)


LEÓN FELIPE 






















Prisionero está en el pozo
del brocalito de nacar,
en el mismo corazón
de tu guitarra encantada,
un gusanillo de luz
que quiere a una estrella blanca,

Tus dos manos le libertan
Regino Sainz de la Maza.
le libertan
y le llevan en volandas
por las seis rayitas de luna
a ver la estrella blanca.


© Fundación Juan March


JOSÉ LUIS GÓMEZ RECIO

Bobo de mí
No soy mineral ni vegetal, solo un omnívoro
que quiere desesperadamente trascender.
Pero me va a tocar eso de morir sin ganas.
A la dejada, casi de puntillas… pataleando.

Si tan solo fuera una secuoya del montón
o sílex desdentado, incluso betún de Judea,
me sobrarían años para bailar ramas
y hacer nidos para mis amigos.
O darme masajes con el cieno
y rodar con el Henares meditando.

Mi vida es un claro error de ventanilla.
Una equivocación de listas divinas.
Una gracieta del destino no deseado
que me castiga a vivir de calendario.


Dibujo medieval de una mandrágora

CARMEN NIÑO  


ENCRUCIJADA.

Colgando del hombro una mochila llena de arena,
para buscar un grano de luz que dulcifique el camino.
Caminante incansable entre caminos desiertos,
pendientes que deslizan haciendo más difícil  llegar.
El rostro cada vez más enjuto con la sonrisa difuminada.

Avanzas humilde, pausado en el tiempo.
Con ritmo de terca victoria oyes las voces de los otros.
Dudas asaltan a cada paso, tal vez el reinado este cerca
o un tercer fracaso de galanteos.

Allí  donde  una línea programa tu destino
escucha el reloj  con su hora en punto,
tendrás que parar donde el aire se lleva
las arenas movedizas y entonces decidir continuar
o simplemente volver al principio.

  CARMEN BRIS
  

Cuando vaya hacia Ti

Cuando vaya hacia Ti,
iré montada en una nube blanca,
no llevaré equipaje,
ya nada me hace falta,
solo me cubriré, con una leve gasa
y llevaré una brida,
tejida de nostalgia,
tejida de silencios, cosidos sin palabras,
palabras nunca dichas,
que quedaron flotando en la alborada,
cuando llena de amor,
de amor me vaciaba…

Llevaré dos espuelas,
de rotas esperanzas,
para llegar más pronto
donde la luz me aguarda.
No quiero atar mi cuerpo
con promesas extrañas…
Quiero llegar ligera, sin peso
a la luz o a la nada. 

  
PABLO LLORENTE



Delfín   

  Rompe el mar el navío
entre bahías
de Algeciras y Tánger.

  El cetáceo se presenta
y se oculta
y de nuevo aparece. 

  Blanca estela del buque,
azules cielo y mar,
verde en ambas orillas,

rosa, blanco u obscuro 
el rastro del avión,
fresco aire,

el corazón gozoso.
Naturaleza ríe 
y fortuna
generosa se muestra.

  Lo señala el delfín.




  Somos dos asteroides minúsculos
en el infinito espacio sideral
-en expansión progresiva-
que se anclaron en gozosas fechas
para después seguir en sus propias órbitas.

  Recordándolo, nos enviamos mensajes.
  ¿Tú sabes, astróloga divina,
si de nuevo
volveremos a encontrarnos?
 
CARMEN VALENTÍN


Tristeza

Tristeza mantente lejos
No me mires
No me llames
No te acerques
No me toques

Sé por lo que me contaron
Que tú todo lo invades
Y no dejas ni un resquicio para poder alegrarse
Que nos tomas por sorpresa
Y luego quieres quedarte

Y no me interesas nada
Lucharé para alejarte
Me llenaré de sonrisas
De belleza
De amistades
Para que tú no me atrapes

Volveré a ver los colores
Los amores,
Los detalles que me brindan mis amigos


JORGE MATO

El gato 

Enroscado, sin prisa,
el gato duerme
bajo aquel verde seto
de la plaza perdida entre las calles.
La ciudad se despierta.
Está tranquilo el aire.
Nada saben sus torres
ni sus airosas cúpulas
ni los umbríos portales
del fragor que estremece la mirada.
Una nube se posa
en la antena de acero,
pequeña torre Eiffel
desde la que se emiten las imágenes
de un mundo en regresión
a tiempos ya olvidados.

Ausente y enroscado,
el gato duerme.


 Mediterránea de Aristide Maillol. Skyline Paris. Montaje de Jorge Mato


JOSÉ ANTONIO ALONSO

Flor de la jara 

  Flor de la jara
frágil,
sencilla y clara.
 
  Cinco  pétalos,
como alas
de mariposa blanca.
Cinco pañuelos
de novia almidonada.
 
   Flor mía,
flor austera,
flor de mi alma.

Nunca sientes envidia,
de la flor de palacio descocada,
ni  vendes tu blancura
al primero que pasa.

                                                                Flor de la jara,
que a mediados de junio
nos dejaste la loma engalanada.

  Flor de la jara,
espejo
de mi tierra  de pizarra,
pobre,
sencilla y alta.

  Cáliz de amor
de donde toma,
la abeja proletaria,
la dulzura
de tu polen gualda
para estas gentes serranas
que te ven florecer
con esperanza

Flor de la jara. Fotografía José Antonio Alonso


MILLER WILLIAMS (Recomendado por Isabel Muñoz)

Compasión
(Miller Williams, “The ways we touch: poems”, 1997)

Ten compasión por todos aquellos que conozcas,
incluso si ellos no lo quieren. Lo que parece vanidad,
mala educación o cinismo, es siempre una señal
de cosas que no han escuchado, ni visto.
No sabes qué guerras están sufriendo,
allí donde el espíritu se encuentra con el cuerpo.


Poeta y profesor en las Universidades de Loyola y de Arkansas, fallecido el 1 de enero de 2015, a los 84 años de edad, que concebía la poesía como un modo de pensar esencial para la vida interior colectiva, la interacción entre la vida interior y exterior, una lente a través del cual celebramos que somos como un pequeño camino que ayuda a mantenernos vivos en los momentos en los que, a veces, tenemos la tentación de alejarnos del mundo y nos hallamos un poco anestesiados, entumecidos…

Fue el padre de Lucinda Williams (26/1/1953), cantautora estadounidense de música rock, folk y country, que se inspiró en el poema Compassion para una canción de su último álbum (2014).



James Miller Williams y su hija Lucinda

ALBERTO VALERO


El color de tu silencio mujer 

Tal vez sin quererlo, he visto
el color de tu silencio,
es amargo, entristecido,
falto de luz al mirar.
Un silencio que chillando
pide ayuda, grita ¡Auxilio!
Y arde el orgullo en tu alma
no es amor es fuego herido.
Vas sangrada de palabras
que te culpan, son puñales
que te sajan, sufres queda,
            ¡Que verte en el llanto, duele¡
No importan los motivos,
mereces  la libertad
de equivocarte, pensar
elegir y ser tu misma,
pero amenazas o insulto
¡el aguantarlas jamás!
Si tienes que gritar, grita,
pero en alto,
clava tu voz en el viento
que quiero ayudarte y debo
que sin querer lo que he visto
el color de tu silencio
                                                                        …. ya no lo quiero escuchar.



 JAVIER DELGADO

























A INES     

Tus ojos,
gatos que sestean
en paz con la tierra detrás
del horizonte,
bajo la piel dulce de este otoño

¿qué estarán mirando
si no han dejado lágrimas
en que alojar la despedida?

En mis manos buscabas la única
sorpresa posible: acaso
un último latido
derramado desde los altos
timbales de tu afecto.

¿Cómo respirar ahora sin los arpegios lunares,
días y días sostenidos sólo en las líneas negras
de la memoria?

Y ahora
que han doblado todas
las olas en tu orilla,
ciega así la bondad de tu regazo,

?dónde reposarán,
huidas,
las palomas de tu amor inagotable
si ya no estamos? 


 LOLA VILLAVERDE

Viento de otoño
El viento dibuja mapamundis
con las hojas,
continentes y archipiélagos
en el oscuro azul
del asfalto desierto.
Cuando se amontonan
semejan costas
que ráfagas traviesas
juegan a romper
haciendo de tsunamis.
Construye y luego arrasa
mundos imaginarios.
¿Qué otros vientos funestos
jugarán con el nuestro
y nuestras vidas?


Hojas de Otoño, acuarela de Flavia Schreiber


XAVIER DE TUSALLE



























Lo fugaz y lo ajeno
Opus #9
(Ante la ausencia de signos de puntuación, el lector tiene que buscar el ritmo)

Del silencio vinimos
al silencio volveremos
y el resto
ecuaciones de la vida
es un silencio imperfecto
regalos degustados
sorpresas
sinsabores
sueños rotos
misericordias diferidas
anhelos incompletos
diamantes impulidos
sospechas
y estrellas sin brillo
recuerdos
sujetos a la memoria
vanidad
ebriedad
sobriedad
y desierto
largo hacia el oasis
y un trago de éxtasis
como una mariposa
de pétalos flotantes
y ese impulso anhelante
siempre volante
del alma transparente
del corazón
tan lejos de la razón
del silencio en que vivimos
del silencio al que volveremos
de la muerte
camino recto
ya que el resto
es solo 
un silencio imperfecto

SANTIAGO CASTELO (Poeta traído a la tertulia por Manuel Sanz)



Manos

Veo mis manos. ¿Pero estas son mis manos?
Grandes y fuertes aquellas manos mías
se han estilizado y –llenas de pellejos-
han perdido la  vieja textura que tenían.
Aquellas manos mías que todo lo cogieron,
que se colmaron de agua, de rosas y de besos,
que tocaron la noche y hasta el aire prohibido
y en su luz me enseñaron los más dulces secretos;
ahora las miro, impávido, incrédulo, asustado.
¿Qué fue de aquellas manos? Y nadie me responde.
  
(Este poema está dedicado a su médico, Gustavo Rubio Moreno y es parte del libro La Sentencia, donde relata sus últimos días antes de morir de cáncer)

  
José Miguel Santiago Castelo (Granja de Torrehermosa, Badajoz, 11 de septiembre de 1948-Madrid, 29 de mayo de 2015)1 fue un escritor y periodista español, director de la Real Academia de Extremadura y subdirector del diario ABC.
Tras estudiar periodismo, ingresó en ABC, diario del que fue nombrado subdirector en 1988. Además de periodista, ha destacado por su obra literaria, la mayoría libros de poemas. Su primer poemario ("Tierra en la carne") apareció en 1976. En 1982 su obra Memorial de ausencias obtuvo el Premio Fastenrath de la Real Academia Española, publicado en 1978.
Del resto de su obra destacan: Monólogo de Lisboa, La sierra desvelada, Cruz de Guía, Cuaderno del Verano, Cuerpo cierto, La huella del aire, Quilombo, La hermana muerta, Esta luz sin contorno y la antología Como disponga el olvido.
Además de miembro numerario y director de la Real Academia de Extremadura fue miembro correspondiente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española y de la Academia Cubana de la Lengua.


FRANCOIS VILLON (Recomendado por Jorge Mato)

La balada de las damas de antaño

Dictes moy où, n'en quel pays,


Decidme, dónde, en qué país
Est Flora, la belle Romaine;


está Flora, la bella romana;
Archipiada, ne Thaïs,


Archipiada (pos. Alcibíades), y Thaís
Qui fut sa cousine germaine;


quien fue su prima hermana;
Echo, parlant quand bruyt on maine


Eco, que hablas cuando el ruido mana
Dessus rivière ou sus están,


sobre el río o en el estanque,
Qui beaulté ot trop plus qu'humaine?


¿quién tuvo belleza más en demasía que humana?
Mais où sont les neiges d'antan!


¡Mas dónde están las nieves de antaño!




Où est la très sage Helloïs,


¿Dónde está la muy sabia Eloísa,
Pour qui fut chastré et puis moyne


por quien fue castrado y después monje,
Pierre Esbaillart à Saint-Denis?


Pedro Abelardo en Saint-Denis?
Pour son amour ot cest essoyne.


Por su amor tuvo esta desgracia.
Semblablement, où est la royne


Igualmente, ¿dónde está la reina (Juana de Navarra)
Qui commanda que Buridan


que mandó que Buridán
Fust gecté en ung sac en Saine?


fuese tirado en un saco al Sena?
Mais où sont les neiges d'antan!


¡Mas dónde están las nieves de antaño!




La royne Blanche comme lis,


La reina Blanca como el lirio,
Qui chantoit à voix de seraine;


que cantaba con voz de sirena;
Berte au grant pie, Bietris, Allis;


Berta, la del pie grande, Beatriz, Alix;
Haremburgis qui tint le Maine,


Aremburga quien tuvo el Maine,
Et Jehanne, la bonne Lorraine,


y Juana, la buena lorena
Qu'Englois brulerent à Rouan;


a quien los ingleses quemaron en Ruan;
Où sont elles, Vierge souvraine?


¿dónde están, Virgen soberana?
Mais où sont les neiges d'antan!


¡Mas dónde están las nieves de antaño!




Prince, n'enquerez de sepmaine


Príncipe, no averiguaréis en una semana
Où elles sont, ne de cest an,


dónde están, ni en todo el año,
Qu'à ce reffrain ne vous remaine:


que a este estribillo no os lleve:
Mais où sont les neiges d'antan!


¡Mas dónde están las nieves de antaño!



François de Montcorbier o de Loges, llamado François Villon; poeta francés del Siglo XV.
Primero estudiante y maestro de la Soborna, luego ladrón, asesino y condenado a muerte, Francois Villón, feo y pobre, es sobre todo un poeta sin ilusiones, descarnado, autor de poemas que nos llevan de viaje por los burdeles, cementerios, tabernas y barrios bajos del París de la edad media.

Nace en 1431. En 1455, a los 24 años, mata de una pedrada a un clérigo. En 1456 participa en un robo de 500 escudos de oro al Colegio de Navarra. En 1460 está preso en Orleáns. Al parecer es liberado, porque vuelve a caer preso en 1462, por otro robo, y es condenado a la horca. Escribe una balada pidiendo clemencia, y la pena de muerte se le permuta por el destierro. Escribe otra balada para agradecer el perdón y para solicitar se le concedan 3 días de estancia en la ciudad para arreglar sus asuntos. Desde 1463, los documentos de la época dejan de mencionarlo, y Villón desaparece. Se desconocen la fecha y circunstancias de su muerte.

  
LUIS ROSALES  (Recomendado por Lola Alarcón)





















Nadie sabe hasta dónde puede llevarle la obediencia 
De la Carta Entera

Me gusta recordar que he nacido en Granada:
Libreros, una calle  tan pequeña que iba a dar clase por la noche;
la cerraba, a la izquierda, una pared episcopal, una pared muy
         digna y casi sin ventanas;
generalmente la cubría una pizca de cielo desconchado.
sí, señor, así fue, no necesita
que le diga mi nombre,
          no es preciso,
no lo va a recordar.
          Con cinco años
me llevaron al colegio de Calderón
que estaba al final de la calle de Puentezuelas;
más allá del colegio estaba el campo.
Allí las monjas con las tocas blancas,
y la primera miel de ver a las niñas
tropezonas y alegres;
           no lo crea,
no las notaba entonces al rozarlas,
las notaba después.
            Hasta que un día,
sentí un retortijón en el recreo,
¡maldita sea mi suerte!
            con la prisa
tardé en hacer de cuerpo,
            me esforzaba
en resolver aquel asunto pronto
y era peor, pues cuando tienes prisa
lo haces todo al revés,
tal vez por esto,
se me pasmó la cosa en el momento justo.
Desde luego, señor, la culpa es mía,
y al salir del retrete ya era tarde;
la soledad del patio me dio en el rostro un golpe
igual que la ventisca;
yo estaba tiritón y era por algo:
quedarse frio es el anuncio de un castigo.
Si, señor, así fue, no miento aún,
lo puede preguntar
y todos le dirán que en el momento de acabarse el recreo
el patio del colegio se convierte en un patio clandestino,
se extraña de sí mismo, se prohíbe.
A mí me pasó igual.
               No sé por qué razón,
al sentirme culpable en el centro del patio,
sin mirar, sin andar, sin hablar, sin reír,
me fui quedando cada vez más corto, más clandestino y monosílabo.

Luego recuerdo un chancleteo y una apresuración
que llegaba hasta mí bisbiseando:

-Venga conmigo, caballerete.

Y Sor Inás tenía una voz Nabucodonosora y atiplada,
tan inmediatamente ejecutiva,
que mi conciencia comenzó a funcionar porque su voz me puso en
               movimiento:
un movimiento tren y pequeñito como un furgón de cola que
               marchaba tras ella.
Nadie sabe hasta dónde puede llevarle la obediencia,
y atravesando el patio llegamos hasta el cuarto que hay en el
               hueco de la escalera contiguo al rectoral,
un cuarto excomulgado que nunca vimos sino en alguna pesadilla
y al entreabrir la puerta se volvió a mí para decirme:

-No rechiste.
Entre en el cuarto de las conejas y vístase de niña.

Chitón y punto en boca.
Sí, señor, así fue,
                  sentí un sonrojo,
en cuanto la escuché se me quedó el oído pegado a sus palabras,
y entonces vi que aquella habitación con el techo inclinado era el
                  ropero de las niñas,
y se encontraba dividida  en sectores igual que en el termómetro ya
                  está señalizada la ascensión de la fiebre.
Cada sector una fiebre concomitante y unas prendas distintas:
uniformes, sombreros, cuellos almidonados,
medias de esas llamadas conejeras,
enaguas estantiguas y es curioso,
había un montón de bragas que ya entonces me parecieron
                  demasiado preliminares;

había también otras fosforescencias.

Sí, señor, así fue, no me pregunte nada,
cuando se sufre tanto sólo se quiere vivir menos,
es lo único que importa,
pero no lo consigues,


                 Nadie lo puede conseguir,
porque el dolor es una instantánea que totaliza nuestra vida
                 y lo sientes llegar de una manera tan despiadadamente
                 concentrada que su empujón arrastra migajas y verdades.
Sí, señor, así supe que el dolor destituye el pasado,
que el dolor totaliza la vida y por eso es injusto,
y por eso es inexplicable,
mas se asemeja tanto a cualquier otro sufrimiento,
que en una misma sensación de dolor pueden establecerse de
                  segundo en segundo correspondencias imposibles.
Esto es lo que sentí.
                  No cabe vivir más,
solo quiero decirle que esa vestiduría,
me causó un sufrimiento tan intenso que recorrió mi cuerpo
                   hasta llegar a hoy,
no sé cómo,
                   no sé,
                   pero con él vino hasta mí la despreguntación,
y viví en un dolor la vida entera:
al ponerme la enagua tuve la sensación de entrar por vez primera
 en la oficina,
al ponerme las medias sentí un dolor de parto,
al ponerme las bragas se me cayó una mano en el infierno,
y ví la mano arder,
y yo seguía vistiéndome sin manos.
Sí, señor, así fue,
                   aún me dura la humillación,
el uniforme era tan largo en mi cuerpo de niño como si me
                   vistiera con la guerra civil,
y cuando todo estaba terminado me puse en la cabeza un
                   sombrero de niña y aquel sombrero era la muerte de mis
                   padres.

Cercedilla, agosto de 1980


Niño vestido de niña. Óleo de Hernán Barbosa

ANTONIO MUÑOZ MOLINA (Sugerencia de José Luis Gómez Recio)

















Ventanas de Manhattan (Introducción al capítulo 45)

En el aula sin ventanas, alrededor de una larga mesa, los estudiantes escuchan a uno de sus compañeros, al que le he pedido que lea el pasaje de la segunda parte del Quijote en el que Sancho Panza encuentra a su antiguo vecino, el morisco Ricote, que ha vuelto clandestinamente a España después de la expulsión. Traigo cada día a clase, en mi cartera de falso profesor, un poema o un fragmento de prosa que tenga que ver con los exilios españoles, y que he buscado en la Biblioteca del Instituto Cervantes, donde hay tantos libros valiosos que ya son en sí mismos reliquias de una España y de destierros tan largos o tan irreparables como los que vivieron sus autores, fragmentos de bibliotecas particulares que el tiempo dispersó. En el Cervantes procuro sentarme siempre junto a la misma ventana, frente al cruce de Lexington y la 42 y el prisma blanco y negro y lacado como una torre de fichas de dominó del edificio Chrysler. En ese lugar las páginas que leo y escojo para mostrar en la clase acentúan su cualidad de desarraigo y distancia, de patria nómada que uno lleva consigo. Leo la última carta de Manuel Azaña a Ossorio y Gallardo, en la que cuenta, ya exiliado en Francia, enfermo y cerca de la muerte, despojado de todo, cómo fue su viaje nocturno a través de las veredas de los Pirineos, cuando el ejército de la República ya se había derrumbado. Leo ese poema amargo de Cernuda, Un español habla de su tierra, en el que anticipa que cuando su nombre empiece a ser reconocido en España él ya estará muerto. Leo las cartas que Federico García Lorca escribía a su familia desde Nueva York, desde su cuarto de estudiante en la Universidad de Columbia: qué raro bucle del destino que no muchos años después su familia fuera a vivir a unas pocas manzanas de ese mismo lugar, y que a él lo hubieran asesinado. Pero poco a poco, cada día que salgo del metro en la calle 34 y la Sexta Avenida y cruzo aprisa hasta la Quinta para llegar puntualmente a clase, en el seminario al que llevo mis fotocopias con pasajes de literatura o de cartas españolas, me doy cuenta de que cada alumno trae consigo también su propio exilio personal, su historia de huida y viaje a Nueva York, capital de tantos destierros, de tantos sueños cumplidos o fracasados de mundos nuevos y de vidas mejores. Estas aulas pertenecen a la universidad pública a la que fueron desde finales del siglo XIX los hijos de los emigrantes, los que estudiaban encarnizadamente para salir del gueto y escapar de la pobreza y de los trabajos brutales a los que vivieron uncidos sus padres. En otros tiempos los estudiantes eran sobre todo judíos e italianos: ahora hay muchos asiáticos, muchos hispanos. Miro las caras que escuchan la lectura alrededor de la mesa, y ya me he familiarizado con los orígenes y con los acentos, con la historia del destierro de cada uno, que a veces hacen que me olvide de las historias que yo traigo en mi cartera, de los poemas o fragmentos fotocopiados que les reparto…

Edificio Flatirón. Primer rascacielos de Nueva York

REFLEJOS DE LA TERTULIA
La penumbra del salón del Casino ha sido por fin destruida. Una apelación al sentido común tuvo el poder suficiente para que tres bombillas de bajo consumo y una alargadera nos llevaran la luz allí donde nuestros cansados ojos de lector, pudieran caminar tranquilos por las páginas holladas de la poesía.
Como si de un enfermo se tratara, el corpus tertuliano se enriqueció –gota a gota- de miembros hasta doce, que no es mal número para demostrar que estamos vivos y coleando versos.


Fuera del programa previsto, tuvimos la suerte de que José Antonio Alonso buceara por la tradición de su pueblo sobre la Afrenta de Corpes, donde las hijas del Cid recibieran violencia machista medieval. Han sido pocos días atrás cuando hemos <celebrado> el día mundial de las mujeres maltratadas. Seguimos reclamando un cambio educacional e igualitario de los roles de hombres y mujeres para acabar con esta lacra. Pero va a ser que nuestras voces reclaman al maestro armero que escucha, pero no mueve un dedo para nada. Es un auténtico mariconsón.


Varias cosas hubo en esta tertulia, misiles disparados bajo la línea de flotación de nuestro trasatlántico, que nos impactaron: La voz de Lucinda Williams, las manos de Santiago Castelo, los ojos de Inés, las bragas de Luis Rosales, las mujeres de Villon y el autógrafo de León Felipe. Aunque no fuera nada más que por esos corpúsculos adheridos a los poemas, la tertulia merecería la pena ser trascurrida una y otra vez para enriquecer nuestras cansadas neuronas.

Nos vamos acercando a la celebración de nuestro evento de la publicación del número 100. Ya tenemos muy avanzado la puesta en escena; el esqueleto donde hay que poner voz. ¡Y tenemos que competir con las diferentes campañas que los partidos dedican a las elecciones generales! Bueno es el esfuerzo que estamos dedicando. Estamos en la línea. JLGR

DIVERSOOS








© Tertulia Literaria, Asociación Cultural C/ Lope de Haro, 4 1º - Guadalajara
NIF G19302231
Esta publicación aparece gracias a Aache Ediciones, Casino Principal, Dublin House,
Ecoaventura, Animación, Turismo, Ocio y Tiempo Libre, Patronato de Cultura del Ayuntamiento de Guadalajara
y Amigos del Archivo Histórico Provincial

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Números atrasados