lunes, 10 de agosto de 2015

DIVERSOS 81

DIVERSOS
81. TERTULIA POÉTICA GUADALAJARA agosto de 2015

Héctor de la Garza Batorski EKO (Nuevo León, 1958) Aforismos Gráficos.


En algún momento de nuestra vida las gentes que, como cometas erráticos nos acompañan, pueden volverse orates y dar con sus sesos descarrilando entre las estaciones de la estulticia y la ignorancia. Después de un año y medio de recorrido público de nuestra tertulia poética, y dos años desde nuestro nacimiento en los jardines de la Concordia, hemos padecido de los corpúsculos que se arrimaban y de las lapas que se adherían a nuestro casco. Es una alegría para nosotros saber que somos atractivos. Pero cuidémonos de la marinería y de los polizones bobos. De no perder la brújula y el astrolabio. Nos va nuestra razón de ser. JLGR.

ALBERTO VALERO

A la luz de tu sombra

En luz de la sombra una gema azul,
las estrellas escriben los deseos,
los sueños rompen la realidad
Verás que una pasión se hace canción,
pintada con las cuerdas de un violín.
Suena en el fondo grave el contrabajo,
dorando tus notas con eco firme
que hace repetir la dulce balada,
de dos corazones sincronizados
sobre él un bordón, al compás vibrando.
Iluminada la luz de tu sombra,
entre conchas blancas de flor y mieles,
hay luceros que rescatan las notas,
grabando con plata esa partitura,
de una historia, que siempre será escrita
con el dulce tono de amor mayor.
Notas afinadas, mil fantasías.
Dejémonos ir montados al son,
traspasar libres remotos lugares,
lienzos blancos aún por dibujar,
por un mundo hecho con luz de bolero,
sobre la sombra de una gema azul.



Infierno y cielo

Infierno ¡Sí, lo hay! más no ese que piensas,
solo uno es verdadero. ¡Es la ignorancia!
que está con la mentira en consonancia,
siendo odios y rencores sus despensas.

Demonios mil, viven a sus expensas,
evitan el saber con arrogancia,
explotando esa mina con prestancia,
acolitar de mentes tan propensas.

Y por eso ha de haber un cielo cierto
sus templos le serán sus bibliotecas
tantos libros, detrás conocimiento.


JORGE MATO

El jardín del Edén

Ha conocido, al fin,
que todo es prescindible.
¡Qué paz, entonces!

Qué libertad más limpia
en la no dependencia de las cosas.

La prisión oxidada
de aquellas ambiciones
se abre de par en par si las desprecia.

La cárcel del amor
o el desierto del odio
mueren si no los busca,
si los cambia
por las cosas sencillas:

la muerte de un amigo
o la mirada
transparente y profunda
de aquel niño.




JAVIER DELGADO

Materia 
 “La materia es el alma, y no perdona”
Claudio Rodriguez, Monólogo de un escultor.

Materia de soledad y
destino de permanencia
esa múltiple madera
hincada por la altura,
insignificante,
derrotero y partición
en los elevados
pastos de verano,
estrago de lluvia y viento,
tiempo, suplicio y condena
de abandono.

Blanca…

… y qué alta luz vive
en su oficio de división y espino,
áspero al tacto, y cálido,
y latido aún, tan profundo,
de esta tierra.


 Javier Delgado. “Güerto Las Rubias, Lena”.

PAULINO APARICIO 
Pareja en el río
Le  había prometido un río.
Y eso ocurrió cerca de sus labios,
donde cualquier negativa es imposible,
y cualquier promesa no supera
la prueba de alcoholemia. 

Se fueron marchando los  asientos;
quizá olía a flor muerta. Se lo dijo:
ella  no  le escuchó. La discoteca
volteaba caballos.
Whisky con luces rojas
y un aviso de cierre.

Cuando salieron a la noche
sonaba el aire en la luna de los escaparates
mientras las mercerías bordaban tijeretas
tras la alambrada espesa de los cierres.
«Quiero mi río»
dijo ella.
Le sonaba la voz a domingo de octubre.

Él  contestó que quedaba lejos.
De reojo miraba la pensión ya sonámbula,
el lento olor a establo de su cama,
los ceniceros llenos,  el espejo gritando.
De reojo miraba
un placer de espirales,
en la falda plisada
que dejaría al alcance su cuerpo.
¡Tan escuchado!,
en el baile de atarse,
cuando la música fija  nudos. Él,
miraba  el tacto de su mano,
gorrión en un alero
que estaba sin ponerse    
 
«Está el río apagado»,
pensó.
Salían
como miga de pan, la casas bajas,
obedientes,
con las tejas sin ojos
entre el negror de la noche,
apretando sus antenas mojadas.

Sonó  un tren
en el horizonte de los balcones
cual un arañazo que entre los hierros 
pliega, sus ciegos mecanismos.

Por entre los carrizos
el agua susurraba una cuerda de peces.
  
«Ya estamos»,
dijo él.
Olía
a hierbas frescas y a cieno.
La luna en menguante
descubría 
rozando 
las encías del agua.

Ella arremangó su falda.
Pasaba un coche lejos, brumoso, sin lavarse. .
Lo demás es su historia.
Y la historia del río. 
    

El Hombre Pez de Liérganes. Rio Miera. Foto JL Gómez Recio

PABLO LLORENTE


 Cívica, Guadalajara. Fotografía JLGR

Calores tórridos, gélidos fríos
   
Gea en su barca a los vivos acoge,
nuestra polución la envenena,
no admitimos que causamos su ruina.

        Más inestable el clima, su  furor
nos envía tempestad y tifones,
sequías con secuela de fuegos,
calores tórridos, gélidos fríos.

        El sol con su fulgor centelleante
que el ozono escaso no filtra
a la vida destruye.

        El desierto avanza en la Tierra
cual agrietada cáscara,
la existencia inerme se agota,
especies vitalistas agonizan ,
la savia retrocede en todo el orbe.

        Sin vigor al ocaso regresamos.
        Nuestra conciencia se estremece.

JOSÉ LUIS GÓMEZ RECIO

De las incongruencias que llevan emparejadas la calorina enfebrecida y la molicie exacerbada.

Hace tanto calor que dejo que la mente salga por cualquier boquerón de mi fachada gestual, en busca de pastos frescos con caballitos de la muerte jugando a volar en helicóptero. La suelta de pneuma lleva implícito el grave riesgo de que luego no recuerde el retorno y se quede vagando por el País de Nunca Pensar.
El calor tiene la culpa de la soplapoyez.
Conozco a más de alguna señora que tiene estrechas relaciones financieras con la Raja de Ahorros y Monte de Venus. La usan con la frecuencia que les parece correcta y todos estamos contentos.
Probablemente sea la institución que mayor número de oficinas tenga en nuestro país y la que puede decir con toda razón que lleva el plano de proximidad al límite de  su misión empresarial. Que presta la mayor atención personalizada, eso no se le puede negar. Y que crea satisfacción garantizada, tampoco.
La Raja de Ahorros y Monte de Venus, puede que sea la única que no haya necesitado que el Estado haya venido a su rescate. Así que aprendamos a consentir y estar orgullosos de esa institución que nace de las raíces más profundas de nuestro país. Que de su uso nos retorna el mayor interés que ninguna entidad financiera pueda ofrecer.
En esta su última campaña publicitaria, vuelve a dar con el concepto que sin dudar le hará cumplir con todos sus objetivos en materia de comunicación:
Tu Raja de Ahorros la llevas muy dentro de ti.

Estas precisiones no tienen nada que ver con el machismo, ya que nosotros, con más frecuencia de lo que nos podemos creer, le damos al dulce requiebro de los sones que venimos sacando al tañer de nuestras blandurrias. Por más que las damas nos lo hagan señalar, nunca diremos que sus comentarios se adentran en posturas abiertamente feministas. Que cada cual haga de sus rutinas los caminos que más le plazcan mientras no ofendan ni llamen a andanas a persona alguna. Que nadie tiene derecho a usar de anatema, exordio ni exorcismo a los que, como yo solo buscan una ligera sonrisa. Y no siempre la consiguen.




 VICENTE MORATILLA

Retrato
 
No sé ahora como son las abuelas, la mía remendaba calcetines de lana metiendo un huevo de madera hasta encontrar el roto. Había otras más elegantes que lucían un moño blanco prendido de horquillas brillantes y bordaban por las tardes o hacían bolillos mientras tomaban té con sus amigas servidas por la chica de servicio.
Algunas con menos fortuna hacían jerséis de punto a sus nietos y en los ratos libres labores de ganchillo que se enseñaban entre ellas.
Y estaban  las  que hacían patucos con lana usada en los pocos ratos que les quedaban  después de ocuparse de mil  trabajos.
La mía era más de  patucos, los componía y remendaba con ayuda de un huevo de madera que yo usaba de juguete. Llevaba siempre un moño que se peinaba con maña enroscándose su trencilla larga y fina. Era una mujer pequeña, de mucho carácter que supo usar acertadamente cuando convino.
Tuvo seis hijos que cuidó y educó con más dignidad que medios, pues no pudo contar con la ayuda de mi abuelo que murió muy joven el pobre.
Había por la ciudad más abuelas como la mía de esas de moño, iban con vestidos casi siempre de color blanco y negro...de alivio-luto, siempre ocupadas de aquí para allá.
Algunos domingos mi abuela me sacaba de paseo, se ponía un abrigo de paño y unos zapatos de charol negro. Entonces parecía una de esas abuelas elegantes de las que bordaban por las tardes con las amigas mientras tomaban el té.


LEONARD COHEN  (Poeta y cantautor que nos trajo a la tertulia Lola Alarcón)

Separado

Estaba haciendo algo
no recuerdo qué
estaba en un sitio
no recuerdo dónde
estaba esperado a alguien
pero no recuerdo a quién.
Era antes o después
no recuerdo cuándo.
Y de pronto o gradualmente
fui transportado, llevado
a este lugar donde todo está al revés
y  fui separado
y en lugar de cada una de mis partes
estaba el nombre de miedo
y en vez de un vasto recuerdo
estaba el nombre de dolor.
Si conocéis la oración
por alguien tan dislocado
por favor decidla o cantadla
y si hubiera entre las palabras
un espacio vacío, o entre las letras
un huerto de regreso
por favor poned ahí mi nombra firmemente
con una voz o una mano
que solo vosotros dirijáis
vosotros, los justos
que tratáis estos temas.
Pero por favor daos prisa
pues todas mis partes
que se juntaron brevemente en torno a esta súplica
han vuelto a dispersarse
y  a esparcirse al Otro Lado
donde los ángeles están al revés
y todo está cubierto de polvo
y todos arden de vergüenza
y nadie puede gritar.



















AMELIA PECO

¿A dónde te escondiste amado
y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste
habiéndome herido:
salí tras de ti clamando y eras ido.  (San Juan de la Cruz. Cántico)


A Carlos Bernal
Han huido las rosas amarillas.
Los pétalos
volaron con el viento del norte
y me quedé sin rosas.

Las espinas, las hojas secas
quedaron adheridas a mi tronco.
Brotó la sangre, la herida
se aposentó en mi noche.

No encuentro la razón, Carlos amado.
Miro a Dios a la cara y no le veo;
quisiera que me hablara,
entender esta ausencia
que me dejó tu cuerpo,
tus piernas rotas
fraguando un porvenir,
que se nos ha fugado.

Se han vuelto contra ti todas las cruces,
mientras salgo a tu encuentro,
para ver esa vida, donde tú estás ahora.

Tal vez serás feliz aunque yo no te vea
y viva año tras año, amando tu sonrisa
y tus contradicciones.

¿Dónde se fue el proyecto de amarnos.
La voz sutil, el imperecedero tacto,
si el dolor de no verte
es lo que ahora tengo?

No sé Carlos Amado
a dónde irán mis pasos.
Tampoco sé si hoy lloro por ti,
o es por mí misma, por quien lloro.

                         Ilustración Jorge Mato



















© Tertulia Literaria, Asociación Cultural C/ Lope de Haro, 4 1º - Guadalajara
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Números atrasados
COPIPLUS, Condesa de la Vega del Pozo, 3. Guadalajara.