martes, 9 de diciembre de 2014

DIVERSOS 43

DIVERSOS
   43. TERTULIA POÉTICA  GUADALAJARA noviembre  2014


El sepulcro de los duros de mollera, tarugos, codonys, changadores y otros zopencos, es una humilde lata. ¡Qué le vamos a hacer. Así se escribe el final coloreado del otoño, el oscuro amanecer de un frio invierno. El ocaso de todos aquellos que se significan por su babear profundo. ¿Qué tiene de poético el membrillo? Nada parece más alejado de la poesía que el discurso profundo que los que siempre tuvieron  pocas entendederas.
Lo mejor de este abnegado fruto, es su sentido de pertenencia al mundo de lo vegetal. No sabemos a ciencia cierta cómo se descubre que el membrillo cocido, levemente azucarado se convierte en un manjar. Parece ser que los griegos y romanos lo consideraban como la fruta del amor y sus árboles eran encomendados a Afrodita. Las mujeres mordisqueaban un membrillo para perfumar sus labios antes de dar su beso de entrada hacia el acto del amor. ¿Quizás por eso llamamos en Castilla a la unión de membrillo y queso “beso de novia”? Entre besos y ropa perfumada discurren los caminos de este humilde semanal. JLGR


JORGE MATO

Ángeles Solana. Árbol con membrillos

Membrillos
Lluvia de luz caída
sobre el ramaje verde.

Gotas de oro en el árbol,
el corazón de almíbar,
os guardo entre las sábanas
de un lecho de recuerdos.

Cuando os pienso ahora,
un perfume profundo
impregna las palabras de nostalgia.

Bajo la copa leve
ramaje salpicado
de minúsculos soles,
se hace más dulce el día.

                                                         Más cálidas las tardes.

Perfumando ajuar

JOSÉ LUIS GÓMEZ RECIO
Tirando piedras al cielo

Tirando piedras al cielo
recogí estrellas fugaces,
alguien, ¿quién sería? las encendía
para que yo pudiera tener deseos.

Así aprendí a soñar.

Algunas veces, el pegamento
del cielo caducaba
y caía un lucero trastornado
más allá del horizonte de la noche.

Entonces no cabía ningún pensamiento.

Otras veces, los arañazos luminosos
provenían de los restos que
los astronautas arrojaban 
a los  membrillos anclados al terruño.

Yo soñaba que les daban en la cabeza.

Acuarelas de Jorge Mato

PAULINO APARICIO
A un membrillo
Tengo un membrillo en la mano. Lo miro en el reflector que alumbra la noche de diciembre, tiernamente ajado sobre el escritorio donde quiero sujetar lo que le queda.
Todavía contagia una caricia de acidez y de tierra; la piel encogida, marchándose, cuando en ella cabe, amortajada, una conclusión sin retroceso.
Cuando se despide, sabiéndolo yo sólo…
Se está empezando a podrir. No lo percibe. Celebro esa inocencia de las cosas inertes.  
Puse una vara y la regué. No recuerdo la fecha. Quería olerte desde ese día, cuando sólo eras la nada viva de un palo escarbando la tierra, cuando las raíces ponían el huevo anhelante en las venas  del légamo.
Yo presentí su forcejeo pero no vi, no pude ver, su lucha a oscuras, la llamarada de sangre abriéndose paso; esa soledad silenciosa de la vida almacenando  jugos.
Era primavera, quizá invierno aún; a tientas oriento los colores, los botones zumbaban en los árboles, ¿o era sólo la brisa corriendo una cortina?,  bocanada de amarillos y rosas por el aire; siembras presentidas en esa luz que conozco de ir saliendo del frío. 
Lunas y  ladridos fueron formando su confianza. Era frágil, podía romperse. En un momento sentí que le vivía el cristal delgado de ser, una saliva buscando nombre, la corteza sumisa como un diente de leche, o el andar fracturado que los niños enseñan.

Manuela Moya. Óleo sobre lienzo

Pasaron dos primaveras más. Las hojas sacaron destellos de batalla ganada…
Pero las hojas no huelen a membrillo; está su mirada, la savia que circula por la madera viva, el goteo, los minerales sacados, la herencia a empujones, esa creencia infinita del fruto hablando, de la flor redonda, con ribetes de olor: un sano mensaje azul, húmedo, vital, estallante... saliva abajo... viniendo del amor...
El mensaje aprendido en la infancia entre los cajones de la ropa. La madre sin orillas que aromaba las sábanas...
Partida en nieblas puedo tocarla; un recuerdo que lucha con la niebla. El viento veloz, escaleras hacia la nada que es tan difícil de creer. Que sabe tanto a no haber sido nunca.
Este año ocurrió. Las abejas treparon a su escritura de pétalos. El sol mandaba paletadas como un remero que remonta, lanzando flechas, la redondez infantil que empieza a sentirse formando cauteloso, el mucílago lento, el zumo verde, la leche inaugural, el espacio redondo, verde; mariposas arriba...
Ahora puedo olerlo, cuando ya se desviste por las mismas escaleras de la nada. Lo tomo. Siento su lenta frescura. Huele a membrillo, no sé decir más pero siento eso tan definitivo que nunca podré pronunciar sin recurrir a la metáfora: dulce, amarillo, añil, de un lavadero público... por entre los cajones de una casa que ya no es mi casa; en el recuerdo de una madre que sigue siendo mi madre por las escaleras del aire.
Esa separación agotadora.
Huelo el membrillo antes de que sea ceniza: añil, dulce, amarillo, ácido... algo del aroma a la hierba luisa pero cuajado en carne. Siento eso con los ojos cerrados.
El adagietto de Mahler que suena, tampoco puedo explicarlo. Me refugio en su sombra, y siento el tiempo sublime de la música.


Narciso del Rio. Fotografía premiada


GRACIA IGLESIAS (Dedicado a Vicente Moratilla)


Jalea de membrillo


Enero es una caja de botones
que todavía sueña
su dulce corazón antiguo de membrillo.
Fuego en la chimenea,
manzanas, queso y nueces.
Enero es una caja de promesas,
una caja de lata en la que el sol
destila gota a gota la jalea
de todos los membrillos
que le entregó el otoño.

Beso de novia


VICENTE MORATILLLA


La caja de los botones

Hay aromas que persisten
Y te acercan el pasado
como el de la vieja Plaza.

Membrillos asados
de aquel octubre tardío
entre el aire de castañas,

huella de carne de almíbar
de una caja de latón
con la virgen estampada

Recientes olores nuevos,
derramados en rocío,
botones, lejía y miel
entre  baldosas de barro
recién lavadas.


ALBERTO VALERO

Mi tiempo por ti

Mi “tiempo” no es tan solo una palabra,
cual humo, que el viento se lleva y pierde,
ni solo la añoranza que nos muerde,
cuando se va no vuelve, solo acaba.

El tiempo puede ser saeta inquieta,
un lapsus saltarín que solo danza
al ritmo del tic tac vieja mudanza,
que al final del compás se queda quieta.


Incansable. ¿Pararlo? no hay receta
para hacerlo alargar en el espacio
que ocupó la fugaz luz de la vida.

El final marcará con su ruleta,
pues si está por llegar, llegue despacio.
¡Que importa si por ti… me fue medida!



JAVIER DELGADO

La calle

Todos aquellos otoños,
tantos,
este mismo incluso
que entrenas
en el oficio extraño
de extender atardeceres.

O habitar
su dilatada espesura
de hojas,
(adioses),
en cálculo luminoso
de un misterioso ungüento
para suavizar la tierra
un segundo antes
de su cobertura inane
de escarcha,
donde habitar el  sueño
inaplazable,
la mudez.

No hay tal misterio.

La lluvia hoy,
la insólita lluvia,
vino a sembrar de agujas
el dorado perfil
de la calle.

La misma calle
que delega su existencia
en la noche
y que a duras penas
resistirá,
vacía,
la diacronía del alba.


AMPARO NAVARRO
  
Se trepa la luz

Se trepa la luz por la ventana,
se escuchan las aves en el jardín,
tu recuerdo se domicilia en mi cama,
atesoro las sábanas que fermentan tu humedad.

Olvidaste tu sombra acechando
sin permiso por la casa,
tu ADN lo dejaste en el colchón,
yo lo conquisto y lo clono.

¿Qué hago con este miedo al futuro sin ti?


CARLOS BERNAL

Notas en un bar

No sé qué hacer en un día gris,   
inicio de primavera.
   
Cansancio, fatiga  
no sé qué hacer.
 
El día amenaza lluvia  
y una brisa fresquita   
nos acaricia, invita al abrazo  
pero no sé qué hacer.

Camino,    
me canso,   
escucho,  
me tapo,   
no sé qué hacer.
    
Observo a mi alrededor un bar con grandes ventanales
pego mi cara en ellos
la gente habla,      
pero no saben qué hacer ni que decir.
   
No sé qué hacer    
y hacer es hacer lo que sea .
      
Un motivo, necesito algo que me haga hacer   
¿cambiar el día gris?    
quizás     
pero eso no lo puedo hacer .

¡La primavera está ahí!  
¿esa es la causa?
    
Solo sé qué tengo que hacer.
     
Siento los rumores y escucho   
observo las miradas  
los bostezos que disimulan los silencios
y no saben qué hacer     
la primavera ha llegado…
   
Cansancio, 
fatiga,   
no sé qué hacer,   
… y no sabemos cómo ha llegado.
 
Observo a través del cristal el interior del bar.


LUIS ALBERTO DE CUENCA (Poeta propuesto por Manuel Sanz)

Sonja la Roja

 Los querías tanto a los héroes,
 tanto soñabas con sus compañeras,
que te parecía imposible
que fuesen sólo emblemas o símbolos 
 para explicar el mundo.
 ¡Cómo quisieras que tuviesen ojos,
 labios y dientes, piernas, brazos!
 Y, sobre todos, ella,
 la que viene de lejos para velar tu sueño,
 la que triunfa y se marcha,
 Sonja la Roja, la rival de Conan.

                                           De El otro sueño (1987)

Antonio López. Fotograma de la película de Víctor Erice, El sol del membrillo 1991

Tenemos que acabar
Ha llegado el momento de finiquitar  este pequeño homenaje a los membrillos. No hay tema que no se le pueda meter diente por la poesía. Y en este caso –como en los poemas de amores correspondidos- con buen sabor de boca.
Gracias, como siempre, al Casino Principal de Guadalajara, Ediciones Aache, Laura Dom y Dublin House por echarnos una manita. A nuestros Diversos Amigos y a nosotros mismos que nos tomamos copas, pensamos y pagamos cuotas.
Nuestro blog:   di-versos-guada.blogspot.com  y si quieres números atrasados pídelos a Discopi, Cuesta del Matadero, 17 Guadalajara.





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